No quiso acompañarme.
Letras, madera, barro, papel, libros, poemas....poesía.
No esperaba encontrar estas sensaciones.
Sorprendido y emocionado - caíanme as bágoas- pensaba en la cara de mi amigo, imaginándolo inquieto y nervioso mientras esperaba mi salida de la capilla.
Tanto sentimiento; tanto trabajo.
En Lugo, arrimada a su bimilenaria romana.
Y me la puedo imaginar recorriendo Galicia - pronto viajará a Pontevedra - , o en cualquier otro lugar.
Arropada por nuestras raíces, las de nuestra tierra y alma gallega; en Montevideo, Buenos Aires, La Habana.
Rosalía y Fonso Castro.
Me va a reñir; atreverme a unir sus nombres.
Pero estoy seguro que a Rosalía no le habría importado y de vivir, se habría emocionado al igual que nosotros, al traspasar esas puertas, las de una capilla lucense - Capela de Santa María- y disfrutar de la palabra, de la voluntad, del amor al libro, de la poesía.
La suya y admirada y transformada la de Alfonso Castro.