No recuerdo la última vez que pinté papeles al engrudo.

Si, hice demostraciones como la de Buenos Aires, pinté algunos para los videos o el archivo en pdf, pero lo que es pintar, pintar....

Han pasado más de 25 años y no conservo ni uno solo de aquellos primeros papeles originales.

O eso creía, pues hace unos meses, revisando la biblioteca me tope con un libro que encuaderné hace ya 29 años y cubriendo sus tapas uno de mis primeros papeles.

 

 

Estaba como el primer día, mantenía su colorido y al pasar la mano por su superficie recordé la textura, suaves al tacto, casi sedosos.

¡Y por qué os escribo esto!

Pues porque también recuerdo los pintados para el archivo pdf, no tan suaves, ásperos, rugosos.

En su momento no le di importancia, lo atribuí a una mala confección del engrudo, pero al tocar este libro supe que esa no era la causa.

Me había olvidado del ALUMBRE, del bendito ALUMBRE.

200 gramos de harina de trigo en tres litros de agua acompañados por un puñado de ALUMBRE.

¡ Y al fuego !

 

 

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